Atención Directa; el cambio que requiere el Estado

A nuestra redacción han llegado diversas quejas por la falta de sensibilidad de trato de quienes se acercan a tramitar algún servicio o solicitar ayuda a las oficinas de los diferentes niveles de gobierno. La descalificación ciudadana a la función pública es relevante, debido a que el prestigio y la credibilidad juegan un papel clave en las motivaciones laborales y profesionales.

Al comunicar los aspectos positivos de la administración, se puede adquirir un desarrollo profesional, una vez que se muestra que al crear un modelo de actitud positiva hacia el país, se establecen nuevos patrones de trato hacia la población en general. El objetivo fundamental sería que las autoridades de poder tomen en cuenta los sentimientos y las carencias que presentan los sectores más vulnerables.

La democracia es un sistema de vida que se aplica a la organización de la sociedad, otorgándole normas de conducta fundamentales, que implican una adecuada atención de servicios a sus ciudadanos. Un país democrático y desarrollado es un ideal que perseguimos.

El primer paso; deshacer el autoritarismo que predomina en los trámites legales y adoptar una política de atención ciudadana centrada en el usuario y su solicitud. Además de proporcionar al ciudadano alternativas de solución inmediata a través de atención directa por parte de autoridades correspondientes a los trámites solicitados.

La Atención Directa, por su orientación garantizaría la capacidad de respuesta de los servidores públicos, y fortalecerá en los hechos su compromiso de servicio hacia la ciudadanía, lo que a su vez generará credibilidad y confianza en la administración pública.

Tal vez los servidores pagados con dinero público, como los burócratas, consideran que dar un servicio amable, eficiente y respetuoso, es mucho pedir por parte de los usuarios. Las peticiones hacia los funcionarios de todos los niveles de atención es que se nos atienda con dignidad humana, se nos escuche sin violencia verbal o actitudes corporales de desprecio; con la cual sólo disminuye su poder e imagen social, no sólo de la persona que atiende, sino del titular del área.