Corrupción, cáncer que alcanza a propios y extraños

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Según el Índice de Percepción de la Corrupción, México ocupa el lugar número 103 de entre 175 países, lo que ha incidido de manera negativa en su desarrollo en todos los ámbitos, inclusive estancándose y aun rezagándose.

Y no ha despegado el país en décadas porque mientras prevalezca la opacidad en el ejercicio del poder, los recursos públicos aportados por todos los mexicanos seguirán desviándose a los bolsillos de unos cuantos; las licitaciones destinadas al mejor postor, al igual que la impartición de la justicia a quien pueda pagarla, dinero excesivo a partidos políticos, sólo por dar algunos ejemplos.

Se habla de un gran avance el haber aprobado las reformas estructurales del país para impulsar la economía, sin embargo éstas han llegado muy tarde, luego de haber dormido el sueño de los justos por casi una década, debido precisamente a la corrupción y por anteponer intereses partidistas al bienestar de los mexicanos.

La corrupción en todos los órdenes hace a los mexicanos víctimas de este cáncer con obras innecesarias a las que se les da prioridad antes que a las demandadas por la población como aquellas relacionadas con servicios básicos en las colonias; con políticas recaudatorias, falta de transparencia, funcionarios improvisados y otros vicios en las esferas del poder.

Esto es el pan de cada día para los mexicanos, sin embargo los extraños no escapan a este mal que se incrementa precisamente en esta temporada con el arribo de paisanos a la entidad a visitar a sus familiares, o que sólo pasan por la entidad a otras parte del país ingresando a México por la fronteriza Ciudad Juárez.

Con ilusión regresan los paisanos a vivir las fiestas decembrinas trayendo para sus familias los regalos que compraron con los ahorros de un año y producto de su trabajo, pero que tienen que ir “repartiendo” en las aduanas, los inconstitucionales retenes, e incluso en las ciudades al encontrarse con policías y agentes de tránsito –salvo honrosas excepciones-.

Estas malas prácticas que no han podido ser erradicadas ahuyentan a los visitantes, ya sea los que van de paso o los turistas, y con ellos la derrama económica que representan para el estado y la ciudad; en gran escala también las inversiones optan por otros lugares, por estados que no se encuentren en la lista negra de la corrupción.

Consciente del mal que implica el arraigo de la corrupción, el Congreso de la Unión aprobó este año el Sistema Anticorrupción pero están en proceso leyes secundarias, instancias vigilantes y otros entes regidores de este proyecto, por lo que habrán de pasar años para ver los primeros resultados.

Al igual que las grandes reformas -con errores, omisiones y retrocesos- el sistema anticorrupción llega tarde, cuando el pueblo mexicano está cansado de saqueos, impunidad, falta de oportunidades, inseguridad, bajos empleos, recaudaciones sin medida; en pocas palabras: con incredulidad y sin esperanza. Los mexicanos sólo esperan ver para creer.

Staff de Notiissa.mx

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