Cómo la dependencia de materias primas puede lastrar la economía brasileña

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La disminución de la demanda de materias primas para la industria china, así como la batalla comercial que libran EE.UU. y China, como resultado de los aranceles a las exportaciones, colocan una espada de Damocles sobre Brasilia.

La economía brasileña, dependiente de la exportación de materias primas desde la época de las colonias, tendrá un crecimiento moderado debido a la disminución del 7% en los precios del mercado de las commodities a nivel mundial, tal y como ha estimado la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Brasil es el primer país en producción y exportación de azúcar, café y soja.

La CEPAL estima, un crecimiento entorno del 2% para Brasil, que atraviesa un momento de crisis económica tras dos difíciles años de 1,1% en 2017 y 1,3% en 2018. Las estimativas son del 3,2% a nivel mundial y del 1,2% de crecimiento para América Latina. Además, la economía brasileña, podrá verse lastrada por la acumulación de deuda externa, que durante el año pasado alcanzó el 77,2% del PIB y representa el mayor incremento del Cono Sur junto con Argentina.

Asimismo, en su último informe de previsiones económicas para 2019 presentado a finales de diciembre, la Comisión advierte a las economías basadas en la venta de productos no industrializados: «Los minerales y las materias primas agropecuarias se verían afectados por la desaceleración en la actividad económica mundial, en particular, de un importador clave como China».

Brasil es uno de los jugadores clave en el tablero del mercado internacional de commodities que creció a pasos agigantados durante la última década como resultado del aumento de la demanda de materias primas. Esto fue posible gracias a la expansión de la economía china. Entre 2005 y 2011, las exportaciones brasileñas hacia China aumentaron más del 500% y este se convirtió en el primer socio comercial de Brasil hasta el día de hoy. La economía brasileña surcó la crisis mundial del 2008 con escasos efectos colaterales, pero la desaceleración del protagonista asiático –que empezó a principios de esta década– comenzó a hacer mella en un sistema dependiente de la venta de productos brutos no industrializados. China tuvo una desaceleración del 6,6% en 2018 y la CEPAL estima que esta continúe al 6,3% durante este año.

La dependencia de China

La disminución de la demanda de materias primas para la industria china, así como la batalla comercial que libran Estados Unidos y China, como resultado de los aranceles a las exportaciones, colocan una espada de Damocles sobre Brasilia, de la cual el nuevo gobierno brasileño promete deshacerse con una política económica liberal de flexibilización de derechos laborales y privatizaciones. Quienes serían los compradores de esas potenciales ventas públicas es un mayor misterio desde que Bolsonaro afirmó, poco después de ganar las elecciones en noviembre, que «ni China ni cualquier otro país podrá comprar Brasil», en referencia al primer socio comercial del país. El sector económico aguarda ver el desempeño diplomático del nuevo gobierno con sus principales socios comerciales, entre los que también se encuentra Estados Unidos y Argentina.

A pesar de la situación de crisis, en 2018 el país aumentó un 10% la venta de sus productos en el extranjero y cerró su balanza comercial en superávit. Las exportaciones sumaron 239.889 millones de dólares (207.669 millones de euros) y superaron al valor de las importaciones, 181.230 millones de dólares (156.889 millones de euros), según los datos del Ministerio de Industria, Comercio Exterior y Servicios.

Esto gracias a «los mejores precios en todas las categorías de materias primas, la consolidación de la tasa de crecimiento a nivel global y el crecimiento del comercio mundial —que persiste, aunque menos dinámico y sujeto a mayores incertidumbres—», según reza el reciente informe de la CEPAL, que prevé una disminución leve en los precios de las commodities (del 7%), que podría ser más drástica en caso de aumento de las restricciones comerciales entre ciertos países. La Administración de Información Energética (EIA) augura, además, malos tiempos para economías dependientes del petróleo, con un desplome del 16% del precio medio del barril de Brent y de WTI.

La economía y el Ejecutivo de Bolsonaro

«El gobierno retrocederá, para que los ciudadanos puedan avanzar», prometió Bolsonaro durante su campaña electoral. Su programa de gobierno no cuenta con ninguna propuesta específica sobre manufacturas y transformación de bienes para añadir un valor agregado a la economía de exportación, sus escasas alusiones a la industrialización se centran en una mención de «migración hacia la industria 4.0», un nueva matriz económica a partir de recursos como el tratamiento de datos y la inteligencia artificial. Ya en la práctica, durante sus primeros diez días de gobierno, sus incipientes movimientos en el sector de la economía apuntaron a un empuje del sector agropecuario, que en 2017 representó el 23,5% del PIB brasileño.

A pesar de las incógnitas que aún se ciernen sobre el equilibrio económico de Brasil, el mercado financiero se mostró optimista con la victoria de Bolsonaro y sus promesas de liberalización económica. La bolsa brasileña alcanzó el 1 de noviembre un récord histórico de 88.419 puntos. Con el único reparo de que los indicios del nuevo proyecto de gobierno apuntan a una liberación de obstáculos en un camino ya conocido y mal augurado: el de las materias primas.

Fuente: RT

Luna Gámez

Staff de Notiissa.mx

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