Más de la Mitad de la Población del País es Pobre: Inegi y Coneval

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El pasado 17 de octubre se conmemoró el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que fue decretado en 1993 por la Organización de las Naciones Unidas para concientizar a la población mundial sobre la importancia de unir esfuerzos -todos los sectores- con el fin de combatir y erradicar el hambre y la indigencia.

En México, desde hace décadas se implementaron programas asistenciales y populistas –que aún en la actualidad persisten- y en épocas electorales el gobierno en turno se aprovecha de la necesidad de las personas para conseguir votos a cambio de una despensa, material de construcción, y promesas de empleo, becas, servicios e infraestructura.

A fines del siglo pasado, coincidiendo con el decreto de Naciones Unidas para luchar contra el empobrecimiento, iniciaron las políticas públicas para apoyar a los grupos más vulnerables, pero de manera corresponsable; es decir, el otorgamiento de apoyos –con estudio socioeconómico de por medio- implica responsabilidades y compromisos como acudir a la escuela, a chequeos médicos, a verificación de supervivencia y a participar en acciones a favor de su entorno o comunidad, por mencionar algunos.

El gobierno federal a través de delegaciones de secretarias, así como las administraciones estatal y municipal, tienen programas dirigidos a sectores marginados para apoyarlos y contribuir a mejorar su calidad de vida; sin embargo son pocos los beneficiados que realmente requieren de estas ayudas, pues la gran mayoría son recomendados e incondicionales del partido en el poder.

Lo anterior ha hecho que en los recientes años la pobreza en el país haya crecido considerablemente; según cifras del Coneval y el Inegi, el 53 por ciento de la población vive en pobreza; esto es que 26 millones de personas carecen de lo más necesario para vivir, lo que representa 2 millones de pobres más que en 2012, dato reconocido por el mismo presidente Peña Nieto.

La respuesta a por qué este aumento de la pobreza? Por qué la falla de los programas sociales de los tres niveles de gobierno, como despensas, becas alimentarias, SIN Hambre, 65 y más, Vive a Plenitud, Apoyo a Jefas de Familia, Diconsa, Empleo Temporal, Habitat, y otros?

La respuesta está en los gobiernos, en todos los niveles: la corrupción existente y que, según cifras de los organismos ya citados, está peor que nunca en el país. De ahí que sea un peregrinar para quienes realmente necesitan ayuda, el tratar de ingresar a alguno de estos programas.

Por todos es conocido que se da prioridad a seccionales, delegados de colonia, militantes activos, dirigentes de comités de vecinos, de clubes de abuelos, y sus recomendados, para acceder a estos programas. La gran mayoría de los que verdaderamente necesitan estos apoyos no los conocen, sobre todo quienes habitan en comunidades alejadas de las grandes urbes, e inclusive en asentamientos citadinos donde no hay acceso a medios de comunicación, ni las dependencias de gobierno llevan esta información.

Acceso a la alimentación, educación, salud y empleo son difíciles para muchos marginados, e imposibles para los menos; son derechos que debería garantizar el gobierno, pero en cambio pone trabas, obstáculos, infinidad de trámites absurdos que llevan a las personas a la desesperación por la falta de respuestas.

La característica corrupción del sistema político mexicano –acrecentada como nunca en los recientes años- ha sido uno de los principales factores para que se incremente la pobreza cuando ni los programas, acciones ni recursos económicos llegan a donde son destinados: a los que menos tienen.

Mientras tanto, a la par de peregrinar por oficinas gubernamentales buscando ser beneficiarios de algún programa, los más necesitados se ven obligados a ganarse la vida con malos salarios, jornadas extenuantes de trabajo, sin servicios, en la informalidad; otros en la mendicidad o delincuencia obligada para dar de comer a su familia.

A pesar de décadas de corrupción y mentiras, la espera continúa, con la esperanza de que las cosas cambien y que el gobierno siguiente cumpla sus promesas, trabaje por los gobernados y se apliquen la ley y las políticas públicas para combatir no sólo la pobreza sino la causa de ella: la corrupción.

Sigue viva en más de la mitad de los mexicanos desfavorecidos que la esperanza de que los millones y millones de pesos que se destina al desarrollo social, a fomentar el empleo, a la salud para todos, a la vivienda digna y a la seguridad, no se queden en el camino en las bolsas de los corruptos sino que lleguen a esa mitad del país que no vive, sino que difícilmente sobrevive.

Staff de Notiissa.mx

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