Más que Fomentar Valores hay que Impulsar su Práctica

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Conceptos como “reconstrucción del tejido social”, “rescate de valores” y “convivencia social” han sido de uso común y generalizado, sobre todo desde de las dependencias gubernamentales y asociaciones civiles que los consideran parte importante para contrarrestar la ola de violencia desataca en los años recientes, no sólo por la crisis de inseguridad que vive el país y el estado sino la económica, la falta de oportunidades de desarrollo, de empleo, de acceso a la salud y a la educación.

Así, ha proliferado la impartición de pláticas, talleres, cursos y actividades encaminadas a fomentar los elementales valores como el respeto a la vida, la solidaridad, la compasión, honradez, paz, libertad, tolerancia y amor, por mencionar algunos; sin embargo no se ha dado el seguimiento para que estos esfuerzos de rescatar valores se concreten en la práctica de los mismos y redunden en una mejor sociedad, o por lo menos en un mejor entorno cercano.

Actualmente son las autoridades y las organizaciones civiles –en la mayoría de los casos- quienes inculcan los valores que deberían ser parte de la educación que se recibe –o recibían en casa; pláticas y teorías que se reforzaban en los niños con los ejemplos de los valores.

Ahora talleres y cursos de valores son muchos pero se quedan inactivos y sin resultados por la no práctica; se consideran mera información para echar mano de ella en algún momento; esto porque no estamos familiarizados con la satisfacción de servir, de dar sin esperar, de apoyar sin recibir.

El avance de la tecnología, de los inventos que nos facilitan la vida y que nos sumergen en el consumismo-materialismo nos han hecho pensar sólo en nosotros y los más cercanos: hijos o padres, pero no vemos más allá; si no somos capaces de compartir con los menos afortunados lo que nos sobra, menos compartir lo que tenemos; esto último es el verdadero significado de la caridad.

Se dice que para cambiar el mundo debemos empezar por cambiar nosotros, qué sencillo si partiendo de los elementales valores pensáramos en los demás y nos decidiéramos a practicarlos en ellos, sobre todo con quienes menos tienen; también es verdad que a veces pasamos privaciones, limitaciones o nos vemos apretados con los recursos, pero siempre habrá alguien menos afortunado.

Esto si hablamos de efectos materiales para compartir, porque el respeto, la tolerancia, el amor, el saludo, la sonrisa, las palabras amables y la compasión no cuestan y pueden hacer la diferencia entre un buen día y uno de indiferencia para los que tenemos cerca, e incluso para nosotros.

Por falta de solidaridad tiramos alimentos que ya no queremos –aunque aún estén en buen estado- ropa y zapatos que para otros aún pueden ser útiles; preferimos tirar el agua lavando coches y banquetas pero no dejamos afuera de casa un recipiente viejo o desechable con agua para los animales callejeros que mueren de sed en las calles, caminando bajo el inclemente sol buscando algo para mitigar la sed.

Mejor nos organizamos para protegernos cerrando calles, poniendo rejas, lo que es muy válido, pero un cambio en el entorno sería trabajar para hacer llegar en nuestro mismo barrio o sector lo que algunos ya no necesitan, y que a otros les serviría de mucho.

El avance de la modernidad y la vida acelerada son algunos de los factores que nos han hecho dejar de lado los sentimientos como la solidaridad hacia los demás, pero no es tarde para recapacitar y no sólo poner en práctica los valores, sino contribuir con nuestra actitud a tener una mejor sociedad o por lo menos mejorar el ambiente que nos rodea.

 

Staff de Notiissa.mx

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