Esperanza bajo sospecha, por: Luis Villegas Montes

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Vinculada a los jóvenes en la mayoría de los casos, la expresión que sirve de título a estos párrafos es útil porque resume -de manera poética además- el escepticismo que el tema produce en muchos de nosotros quienes hace un buen número de años dejamos de serlo para adentrarnos con pie firme en la antesala de la “Tercera Edad” (otra metáfora para decir que me estoy haciendo irremediablemente viejo).

Ver a mis hijos me deja claro el asunto pues el suyo, es el signo de la incertidumbre. Por un lado están sus sueños, sus anhelos, los retos en puerta y aquellos por venir; por el otro, la imperiosa exigencia de no terminar de desterrarlos de mi vida (cosa que además no quiero) pues de algún modo -de muchos en realidad- sigo haciéndoles falta. No es que su futuro, su éxito o su felicidad dependan de mí, en lo absoluto, todos están condicionados a la suma y al resultado de las decisiones individuales que cada uno adopte; sin embargo, el piso firme (escrito así, como el Programa de la SEDESOL), el aire fresco, el imprescindible golpe de timón, que sus vidas demanda, sí me atañen y me hacen activo partícipe en el desarrollo de sus respectivas vidas.

Eso por lo que hace a mis hijos.

Pero, ¿y en el otro extremo?

De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, de la población de 12 a 29 años que habita en nuestro país, su situación educativa-ocupacional presenta que 21.6% de ellos, casi una cuarta parte, no estudia ni trabaja;1 O dicho de otro modo, son ninis. Y aunque la existencia de los ninis no es un problema únicamente de las naciones en vías de desarrollo; no deja de ser un problema acuciante pues frecuentemente constituye la causa de multitud de problemas ulteriores: Crimen, violencia, uso de sustancias ilegales, madres a corta edad, deserción escolar; falta de ocupación en una profesión elegida o deseada, prácticas sexuales riesgosas, etc.2

Hablando de pobreza, el CONEVAL informó en 2008 que 14.9 millones de personas entre 12 y 29 años se encontraban en pobreza multidimensional, 3.3 millones estaban en pobreza extrema y 7.6 millones tenía rezagos de acceso a la alimentación. En 2011, 6.3% de los jóvenes mexicanos tenían rezago educativo, 15.6 millones no contaban con servicios de acceso a la salud, 23.7 millones no tenían acceso a la seguridad social, 6.3% millones presentaban carencia en la calidad y servicios de vivienda, 2.1 millones no tenían acceso a servicios básicos, alrededor de 40 millones padecían de pobreza multidimensional y 9.2 millones estaban en pobreza patrimonial.3

Respecto de la violencia, México reporta 95.6 muertes por cada 100 mil adolescentes de 15 a 19 años de edad; es decir, este año de 2015, México se convirtió en el país con la tasa más alta de mortalidad infantil y adolescente, de acuerdo con el Mapa da Violencia 2015 que el sociólogo y educador Julio Jacobo Waiselfisz produce desde 1998: “Con tasas de 55.8 y de 54.9 muertes por cada 100 adolescentes, El Salvador y Brasil ocuparon, respectivamente, el segundo y tercer casillero de un comparativo de 85 países contenido en este estudio editado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)”; es decir, México casi duplicó las estadísticas de violencia juvenil de los países situados en 2º. y 3er.  lugar.4

Asimismo, el 70% de las madres adolescentes están en situación de pobreza;5 cifra que resulta alarmante si se toma en cuenta que México es “el principal país con embarazos adolescentes entre jóvenes de 15 a 19 años”.6

Existen, pues, fundadas razones para la desesperanzadora sospecha. ¿No cree?

Contácteme a través de mi correo electrónico o síganme en los medios que gentilmente me publican cada semana, en mi blog: http://unareflexionpersonal.wordpress.com/ o también en Facebook (Luis Villegas Montes).

 luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com

Staff de Notiissa.mx

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