Aprueba Chile etiquetado frontal de advertencia contra alimentos no saludables, mientras en México…

“Contrasta profundamente el etiquetado chileno con el etiquetado mexicano. El chileno fue diseñado para que incluso los niños pudieran entenderlo. Para su evaluación se incluyeron grupos focales con niños y niñas de 10 a 12 años. En el caso mexicano, Cofepris no realizó ninguna evaluación del etiquetado, la única evaluación de este tipo de etiquetado fue realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública con estudiantes de nutrición que no pudieron interpretarlos, señalando dicho instituto que los criterios para azúcar representaban un riesgo a la salud. En Chile hasta los niños entienden el etiquetado propuesto, en México ni los estudiantes de nutrición entienden el atiquetado impuesto por Cofepris”, señaló Alejandro Calvillo, nuestro director en El Poder del Consumidor —organización integrante de la ALIANZA POR LA SALUD ALIMENTARIA.

La gran industria procesadora de alimentos y bebidas, como Coca-Cola, Nestlé, Kellog´s, Unilever, Kraft, Bimbo, etc., de manera individual, a través de las asociaciones chilenas de estas industrias (Chilealimentos y AB Chiles), así como a través de la recién creada Alianza Latinoamericana de Asociaciones de industrias de Alimentos y Bebidas, e incluso con el apoyo de los gobiernos de México, Estados Unidos, Canadá, entre otros, impugnaron este etiquetado ante la Contraloria chilena que lo había puesto en consulta.

El etiquetado chileno se suma al etiquetado ecuatoriano que advierten a los consumidores de una manera muy sencilla si un producto es alto en azúcares, grasas y sodio. Chile lo hace a través de un letrero similar al que los ciudadanos ven en las calles que indica “Alto” llamando a los vehículos a detenerse, en el caso ecuatoriano se utilizan los colores del semáforo para indicar con ellos si el producto presenta altas concentraciones de azúcares, grasas, sodio y/o calorías. Estos etiquetados han demostrado en evaluaciones con consumidores que son sencillos de entender, muy rápidos de leer y muy útiles para promover elecciones más saludables.

Por su parte, en México entrará en vigor el 1 de julio un etiquetado frontal en alimentos y bebidas procesados. “Este etiquetado, a diferencia del de Ecuador y Chile, no es entendible para los consumidores y representa un riesgo para la salud por el alto consumo de azúcares que promueve. El etiquetado mexicano ha recibido el beneplácito de la industria que activamente se ha opuesto a los etiquetados de Ecuador y Chile, ya que se trata de un etiquetado promovido por esa industria que desde 2010 lo ha utilizado en diversos productos”, señaló Fiorella Espinoza, nuestra coordinadora de Investigación en Salud Alimentaria de El Poder del Consumidor.

El etiquetado aprobado en Chile y el que ya entró en vigor en Ecuador siguen enfrentando impugnaciones por parte de las grandes corporaciones y gobiernos aliados a ellas en el Comité de Barreras Técnicas al Comercio de la Organización Mundial de Comercio. Por lo anterior, es necesario defender el derecho de loa gobiernos a proteger la salud de sus ciudadanos, así como el derecho de los consumidores a la información.

Diversas organizaciones de la sociedad civil mexicana, así como alianzas regionales de organizaciones de consumidores agrupadas en la representación para América Latina y el Caribe de Consumers International y la Coalición Latinoamérica Saludable, que reúne a cientos de asociaciones de profesionales y organizaciones enfocadas a la protección de la salud, han denunciado las estrategias de las grandes corporaciones de alimentos y bebidas contra las políticas de salud que buscan enfrentar la mayor amenaza a la salud pública de la región que es la epidemia de sobrepeso, obesidad, diabetes y enfermedades asociadas.

Chile da un paso importante para la protección de la salud de su población permitiendo a sus consumidores contar con información útil en las etiquetas de los alimentos y bebidas procesadas, mientras que México da un paso atrás estableciendo un etiquetado incomprensible y que representa un riesgo a la salud al promover un consumo excesivo de azúcar, muy por arriba de los máximos tolerables establecido por la Organización Mundial de la Salud.