Los vaivenes del comercio entre México y China

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El país latinoamericano no ha fijado una postura clara sobre el futuro de su intercambio con Pekín, su segundo socio comercial, con quien mantiene flujos cercanos a los 75.000 millones de dólares.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. ha generado incertidumbre sobre el futuro del Tratado Comercial con México y Canadá (T-MEC), lo que toca especialmente la estabilidad de las inversiones en el país latinoamericano. Sobre el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador pende la hoz de los amagos de su homólogo norteamericano sobre la imposición de un arancel del 5%, escalable al 25%, a todos los productos mexicanos, a cambio de que se regule el flujo migratorio hacia territorio estadounidense.

Ante las expectativas del futuro del T-MEC y la contención efectiva (o no) de la migración centroamericana, la pregunta para México es cómo seguir atrayendo inversión y, en general, crear condiciones para un crecimiento económico más acelerado. Para diversos expertos, la respuesta radica en China y han realizado, al respecto, al menos cinco propuestas. «Lo que está más allá de cualquier duda es que las certezas que se lograron hace un cuarto de siglo con el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC) han dejado de serlo, exigiendo una nueva visión hacia el futuro», destaca el documento ‘Hacia una agenda estratégica entre México y China’.

Las razones, apuntan, son evidentes: a China se le ve cada vez más como una potencia que lleva décadas creciendo a tasas extraordinarias y cada día rivaliza más con EE.UU. Tan solo este 1 de agosto, Trump amenazó con imponer aranceles adicionales del 10% sobre importaciones de productos chinos, valorados en 300.000 millones de dólares, a partir del 1 de septiembre, mientras el Gobierno de Xi Jinping respondió con la posibilidad de tomar represalias comerciales.

La relación China-México

China es la segunda economía del mundo en dólares corrientes y la primera en términos de paridad adquisitiva. Desde hace 47 años mantiene relaciones con México, pero desde el año 2013 se estableció una Asociación Estratégica Integral entre ambas naciones.

De acuerdo a datos de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco) de México, China es el segundo abastecedor de productos y servicios a aquel país. El intercambio comercial entre ambos se incrementó en 187% de 2006 a 2016.

De 1999 a 2016, la inversión de China en México fue de 485.000 millones de dólares, una cifra muy baja si se compara con otros países, pues entre 1999 y 2014, solo representó el  0,1 % de la inversión extranjera directa que llegó al país latinoamericano.

Aunque, subrayan los especialistas, por el momento no existe una política de Estado en México implícita o explícita hacia China, este país es hoy su segundo socio comercial, con intercambios cercanos a los 75.000 millones de dólares en 2016; la segunda fuente de sus importaciones; y el tercer destino de sus exportaciones. Por su parte, México se mantiene como el primer socio comercial de China en América Latina, con base en datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

Delineando una ruta

En este contexto geopolítico en el que China emerge como una potencia económica y se ve debilitado el liderazgo de  EE.UU., surge la pregunta sobre cuál política de Estado tendría que adoptar México con respecto a China.

Apenas el pasado 23 de julio, inversionistas de la República Popular China sostuvieron reuniones con representantes de la cámara alta de México.

Asimismo, Zhu Qingqiao, quien llegó en mayo pasado a la embajada china en México, aseguró que una de las prioridades de su gestión será fortalecer las relaciones económicas y políticas, pues existe interés en invertir en infraestructura, turismo y otros sectores, además de incrementar el comercio bilateral. También enfatizó que Pekín mantiene su interés para participar en la construcción del Tren Maya, uno de los principales proyectos del presidente López Obrador.

Enrique Dussel Peters, profesor de tiempo completo del posgrado de Economía en la UNAM y director del Centro de Estudios China-México (CECHIMEX) de la misma institución, define la relación entre ambas naciones  como «formalmente adecuada«, pero que no ha logrado «dar un salto» en comercio, financiamiento, inversión, proyectos, infraestructura, porque a su juicio, las instituciones responsables de facilitar este intercambio «son muy débiles«.

Para combatir esa debilidad institucional, apunta el académico, es necesario que haya grupos de inteligencia especializados en la relación México-China al interior de las secretarias de Relaciones Exteriores, Economía y Gobernación.»Mientras no se le inviertan recursos a las instituciones, la relación seguirá siendo muy sexy, muy atractiva, y cada seis meses seguirá apareciendo el tema de que China nos va a diversificar, a sacar del barranco y de los problemas en los que nos mete nuestro vecino del norte, Trump nos sacó la lengua, vámonos con los chinos, y mañana se acabó la noticia, así nos la llevamos y eso es poco serio».

Sin embargo, Dussel reconoce que en los últimos 20 años se han venido haciendo esfuerzos, aunque intermitentes, por parte de las secretarias de Economía y Hacienda para darle mayor dinamismo a la relación con Pekín, aunque el foco ha sido el intercambio comercial con EE.UU.

Según el Observatorio de Complejidad Económica del Massachussets Institute of Technology (MIT), 73 % de las exportaciones de México tiene por destino la economía estadounidense; en contraste, el segundo destino, Canadá, únicamente recibe 6,1 %. De igual manera, 51 % de las importaciones a México provienen de EE.UU.; a China corresponde el segundo lugar, con 15 %.

Para Dussel Peters, quien ha coordinado decenas de investigaciones sobre el tema, China podría invertir en sectores prioritarios para México, según el Plan Nacional de Desarrollo, como el Tren Maya o las refinerías, impulsadas fuertemente por la actual Administración. «No se trata de caer en esta disyuntiva de Estados Unidos o China, la primera decisión es política, estratégica del sector público, de plantearse si realmente se va a dedicar en serio a China, porque no es claro».

El titular en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM recalca que al lanzarse la licitación para construir la séptima refinería en México, en el puerto de Dos Bocas, Tabasco (estado natal del presidente López Obrador) y uno de los principales proyectos del actual Gobierno, no se invitó a empresas chinas.

Al ser cuestionado sobre la posibilidad de que esa exclusión haya sido por presiones de EE.UU., responde: «No estoy cierto, pero llama la atención que en temas en que hay un país dedicado a refinerías y trenes, como son los chinos, no aparecen. En estos dos sectores, China es el campeón mundial y no figura una sola empresa china, al menos para competir».

La ‘moneda’ de la relación México-China está en al aire, dice Dussel, «y hoy depende críticamente del secretario de Relaciones Exteriores, de cuánto tiempo le va a dedicar al tema, o si hay una línea superior de decir no, no queremos hacer nada con China», concluye.

Paola Morales/RT

Staff de Notiissa.mx

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