Ese Padre común y corriente, pero rico en Afanes

Por  |  0 Comentarios
Print Friendly, PDF & Email

Por: Bernardo Javier GARCIA MEDINA.-Ummh, algo no está bien. El ambiente no es festivo, sino de nostalgia- Se respira desaliento, culpa, reclamo.

Nadie está conforme con lo que tiene. Cada vez desean, anhelan, buscan y se esfuerzan por tener más cosas materiales, reconocimiento, poder, estatus.

Claro, vivimos en el mundo de la Ilusión, de ahí que pensemos que el tener el mejor cuerpo, la cara más cuidada, las formas mayormente trabajadas es lo de hoy.

Envidiamos el rápido ascenso del rico del pueblo. Su poder en pesos y centavos.

Como luce las marcas de prestigio, las joyas bellamente labradas con piedras preciosas, que no importaron la sangre dejada en las mimas para sacar lo que tanto brilla.

Usamos esa tecnología punta. Teléfonos que toman videos, hacen maravillas visuales, pero te coartan tu espacio, tu intimidad, tu vida interna.

Viajes, ropa, espectáculos, mujeres, hombres-según sea el género y gustos- vengan.

Ni que decir de esos manjares, opíparos, increíbles.

Vinos de alguna cosecha en especial que dicen los que los degustan y catan llegan a valer hasta los 700 mil pesos.

Correcto, se piensa que en este mundo de ilusión, es hombre es lo más alto de la creación, lo más hermosa y perfecto, pues emulamos a Dios.

Y cosa rara, en este mismo mundo de la ilusión se ofende mostrar la desnudez del cuerpo y la profundidad del alma, el sentimiento, el calor inacabable del bello y fraterno lazo de amistad.

Pero al mismo tiempo, en este mismo mundo de ilusión, los grandes sabios nos demuestran que a comparación de los seres de millones de mundos en el espacio, el más grande de los sabios humanos no es mayor al tamaño y poder de una babosa, o un insecto.

Aquí nos gusta presumir, obtener sin esfuerzo lo de otros.

Envidiamos el éxito, el desempeño y consistencia de pocos en perjuicio de muchos. No sabemos aplaudir sin menoscabo al que sin más armas que su intelecto, voluntad, esfuerzo, dedicación y trabajo llegan a donde quieren.

En la casa, retamos la figura paterna. Le hacemos sentir que son viejos, arcaicos, ignorantes, débiles, odiosos, feos y hasta torpes.

Gritamos, retamos y tratamos de imponer la imprudencia y fogosidad de la juventud por encima de la experiencia, de la sabiduría, del amor y comprensión que ellos matizaron al paso del tiempo.

Claro, a ellos les tocó un padre o abuelos gritones, severos, arbitrarios, injustos, golpeadores, discriminadores, perversos, machistas que por necesidad no fueron las aulas para ayudar en las rudas faenas de la supervivencia.

Con una mirada fuerte, los padres dominaban a los críos.

Qué capaz de un No lo hago, está mal, no quiero, no me gusta, pues el bofetón asentaba la orden y templaba las neuronas del mozalbete.

La figura del patriarca no estaba sujeta a duda ni reproche. Se enseñaba al niño a ser macho, mujeriego, borracho, irresponsable, tirano y dueño de la mujer.

Solo ellos iban a las escuelas, a las mejores galas, a comer las mejores viandas.

Muchos con el cinturón en la mano, el grito fácil, la nalgada o en el peor de los casos en odiosas comparaciones o peor aún en la total indiferencia ni siquiera escuchaban a sus hijos.

No se interesaban. Su papel de proveedor era más que suficiente.

La mujer debía hacer rendir el gasto, darles de comer, vestir, tener limpio, darles educación, consejos, unas verdaderas zurras, ir a las escuelas a poner la cara de vaqueta con los maestros, castigar, hacer tareas y a veces a ser tapaderas.

En pocas ocasiones, era el padre el que corría ese doble rol.

Cuando el trabajo de casa sin paga, es dos o tres más demandante que el del padre, la mujer no tenía derecho ni siquiera a pensar mal.

Es su cruz dicen muchas.

En medio de todo esto, nada mas en estas fechas o en Mayo, los hijos se acuerdan que fueron hechos, pensados, soñados, diseñados y encargados por una mujer y un hombre.

O fue un descuido, un momento de calentura, de pasión o de concurso, pero el hijo aquí está.

Reclama alimento, cariño, calorcito, afecto, interés, cuidados, protección, pero ante todo AMOR, consejos, guía, convivencia y estrechar el lazo mas fuerte del mundo entre dos seres humanos.

Posiblemente el padre que trabaja duro por apenas unos cuantos pesos, apenas consiga pa unas tortillitas, frijolitos, chile aderezados con todo el cariño posible.

No tiene carro del año a la puerta, ni oportunidad de llevarlos de viaje o comprarles a los hijos zapatos como y cuando los reclaman, piden o exigen.

O no le alcanza pa llevarlos al cine y tenerles regalos en sus cumpleaños. Tenerles la bici, el triciclo o el celular que pide o necesita pa la escuela.

Nunca le enseñaron a palmear la espalda del hijo. A decir te quiero, te amo, respeto, admiro, necesito y apoyo hijo amado.

A lo mejor a su manera sabe decirlo con ese intenso mirar que taladra el alma.

Con el apretón de manos, con la sonrisa, con el consejo gratuito o desinteresado, con ese echarse al morral las broncas del hijo, cree que ya fue suficiente.

O piensa que tiene derecho a dejarlos botados junto con la madre en los momentos depresión económica, problemas, innavenencias o líos que terminan en divorcios castrantes para ellos.

Pero padre no es que engendra, sino el que guía, acompaña, apoya, aporta, respeta, o presiona para que camine bien con buenos ejemplos y mejores bases ese hijo en un camino al que solo venimos a aprender para mejores espacios del alma.

Un abrazo sincero a esos pobres, que ni ropa tienen, calzan huaraches o zapatos rotos, pantalones parchados, que sus manos callosas ya no sienten cuando abrazan de tanto trabajar por otros.

A esos pobres que no tienen nada más valioso que sus vidas, sus cariños, sus afanes siempre de la mano del Gran Padre Azul, un abrazo fuerte, cálido y fraterno.

A los que no tienen nada mejor que regalarse a sus hijos.

No a los que compran atenciones, cariños, desprecios o respetos.

Felicidades PADRES DEL MUNDO

 

 

Staff de Notiissa.mx

Tienes que iniciar sesión para escribir un comentario Iniciar sesión