«¿Candidatos en campaña o competencia de promesas?» Silvia Madrid A.

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Hace años, siempre que llegaba a un convivio de esos que se hacen por lo menos dos veces al año a quienes laboramos en medios de información –con motivo del Día de la Libertad de Expresión y en Navidad- aprovechaba la ocasión para saludar a compañeros y amigos, ya que a la mayoría de ellos sólo veía precisamente en esas ocasiones.

Y mencionó que “hace años”, porque en los primeros tres lustros de ejercer el periodismo no había internet y por ende tampoco diarios digitales; eran pocos los medios –tres periódicos escritos, una televisora y cuatro estaciones de radio, así que esas reuniones se realizaban en el tercer piso del Palacio de Gobierno, lugar idóneo para poco más de un centenar de periodistas y reporteros de aquellos años. Ahora ni el Centro de Convenciones o el Soberano son suficientes.

Conocía a todos los presentes, así que me daba tiempo para saludar a cada uno; fue entonces cuando una compañera y amiga me decía en cada una de esas ocasiones: “Pareces candidato en campaña”.

Este preámbulo viene a colación porque es fácil imaginar cómo es un candidato en campaña: una persona que busca –obvio el voto- pero también la empatía con los electores, caer bien, recibir aceptación y respaldo, así que saluda de mano por igual, abraza, besa niños que van sus papás posibles votantes, y el candidato siempre sonríe.

Qué importante es para el candidato sonreir, tender la mano para saludar y no esperar a qué lo saluden, llegar a una reunión con agrado expresando ese gusto con la sonrisa franca y no con cara larga, cara de fastidio, como que va a la fuerza; esto me tocó ver en el candidato tricolor al gobierno; no una sino tres o cuatro veces.

Sus asesores deben aconsejarle que no sólo buenas propuestas, experiencia y deseos de hacer bien las cosas convencen a los votantes, sino ese “clic” que se manifiesta con sonrisas; la seriedad ya se verá de manifiesto a la hora de gobernar y conducir los destinos del estado grande. Reflexión para tomar en cuenta.

Hay quienes llaman al tiempo de campañas “temporada de promesas” porque éstas abundan sin importar que tan factibles sean, tampoco importa si esas promesas son de la competencia del futuro servidor público. Y así vemos a prospectos a diputados prometer pavimentar calles, colocar luminarias, construir escuelas, hospitales y parques; así como entregar becas escolares, a discapacitados y ancianos, contratar más policías; cuando las labores de los diputados son: gestionar, legislar y fiscalizar.

Están también los candidatos a gobernador que creen que serán alcaldes y prometen mejorar el servicio de basura; otros que serán procuradores y llevarán a la cárcel a los ladrones, y los que piensas que serán legisladores federales y anuncian cambiar los programas educativos e incluir materias como las del cuidado del medio ambiente cuando es algo que se aprende desde casa porque es parte de la formación en valores que inculcan los padres responsables e interesados en la educación de sus hijos.

En los aspirantes a una curul en el Congreso del Estado aflora –afortunadamente no es todos- la ignorancia en el trabajo legislativo y en las reformas a la normatividad estatal. Y vemos que prometen hacer leyes que ya existen, se inventan iniciativas descabelladas como la de hipotecar una casa con la seguridad de que se va a perder el patrimonio que costo gran parte de la vida laboral y que será la herencia de sus hijos o nietos y no de un banco.

Pareciera que esta época de promesas es una competencia entre candidatos para hacer los compromisos más inverosímiles, más originales y fantasiosos; llamar la atención de los votantes e impactarlos con anuncios que les “beneficiarán”, aunque lo de menos será cumplirlos pues la gente ya está acostumbrada a eso.

Bastaría con que los candidatos en campaña hicieran cumplir las leyes ya existentes y que “duermen el sueño de los justos”; son leyes que desconocen los mismos diputados y los aspirantes a serlo, con más razón la población común y corriente: que se comprometan a llevar los programas que ya existen, a personas que verdaderamente los necesitan, pues vemos ancianitos abandonados sin tener qué comer, mucho menos una casa digna y vestido; estudiantes destacados sin apoyos, madres solteras batallando día a día, y demás grupos vulnerables.

Y mientras, esos programas benefician a recomendados, a líderes de colonias, a seccionales, a amigos que así son recompensados por sus labores partidistas, sobre todo en campañas; material de construcción, empleos, despensas deberían llegar a quien verdaderamente los necesitan, mientras se concretan las promesas de seguridad, mejores empleos y más oportunidades para todos.

Esas es la labor de las autoridades y lo que deben prometer quienes pretenden serlo: buscar el bien de la comunidad a la que representan, sobre todo a los más desprotegidos a los más lastimados, a esos que siguen esperando que los candidatos que llegaron a sus viviendas a saludar y pedir el voto, se acuerden de ellos cuando lleguen al poder.

Asegurar que son honestos y que combatirán la corrupción, que serán transparentes y rendirán cuentas, son palabras que están de más cuando los mueve el sincero deseo de trabajar y servir a los chihuahuenses. Si es honesto, se verá cuando legisle y gobierno para todos, principalmente para los más marginados y que siguen esperando…

 

Staff de Notiissa.mx

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